«Es gris, burocrática y hace mucho frío». Escuché esto repetidas veces cuando comentaba que iría a Bruselas.
Tenían razón. Bruselas es gris, sí, maravillosamente gris. No es el gris sombrío de una ciudad triste, sino uno que, a mi parecer, te hace sentir que cada rincón guarda arte, historia, que cada calle tiene un propósito. Con cada paso nos asombrábamos; por ejemplo, con la Grand Place: la plaza más bella que he visto.
Junto a mis compañeros del Máster, conocimos de primera mano sobre el funcionamiento de la Unión Europea en el día a día. Y si, se respira burocracia, pero en conjunto con trabajo, organización y cooperación entre culturas e idiomas diferentes. Sin embargo, lo que más me sorprendió fue sentirme en el centro de algo mucho más grande que yo al mismo tiempo que percibía la cercanía que tuvimos con personas clave en las comunicaciones, la prensa y la diplomacia europea.


Visitamos la Comisión Europea, allí tuvimos encuentros con la dirección general de Comunicación, con la directora del servicio de Prensa, Chloe Lahousse. Charlamos con corresponsales españoles en Bruselas, aprendimos sobre el Comité de las Regiones y nos vimos en un café con Borja Lasheras, coordinador de políticas del equipo de Josep Borrell. El último día recorrimos el Parlamento Europeo y conocimos a Ia eurodiputada Iratxe García y a Raffaella de Marte, la jefa de la Unidad de Medios del Parlamento.
Pero, como Bruselas no es solo política, durante el viaje entramos a la catedral, caminamos por Sablon y por la Galería Real. Vimos el Palacio Real e incluso, ¡a los Reyes recibiendo al Sultán de Omán! Para mi, fue de delirio o, ¿debería decir Delirium?
A diferencia de los belgas, no me gusta la cerveza, pero la última noche fuimos a Delirium, un bar con más de 2.000 tipos de cerveza, y, como esperaba, me divertí mucho. Es un must.
No solo la cerveza combina bien con el frio (porque, en efecto, si hace frio, pero nada que mis botas térmicas no solucionaran), también lo hace la Navidad que decora la ciudad, haciendo de esta época la más bonita para conocerla. Amé el vino caliente que venden en los mercados navideños y, por supuesto, los waffles, el raclette y las patatas fritas.
Sin duda, 3 días inolvidables para mi académica, turística y gastronómicamente.

Sofía Valentina García Morales